Mi querido Chuchi

MI QUERIDO CHUCHI.



Increíble pero cierto,
inesperado pero anhelado,
nadie lo quería para él,
pero aquellos que le rodeaban
lo deseaban sin saber.

Un sufrimiento continuo le acechaba
casi desde su niñez,
sufriendo las consecuencias
de una guerra cruel.

Trabajando desde joven
nunca le vimos parar,
no eran monumentos sus obras
pero no quería descansar.
Cinco hijos tuvieron
cada cual más ejemplar,
sin pasar por encima
aquellos que se quedaron atrás.

Recorrieron toda España
y parte de Portugal,
todo para darles
aquello que no les pudo entregar.
Viajaba con alegría,
disfrutaba sin cesar
con su fiel compañera
kilómetros sin parar.
Le encantaba Benalmádena
y el peñón de Gibraltar
como reyes magos venían
cargados sin poder más.

Pequeños recuerdos traían,
su azúcar y pomada desde Gibraltar,
regalos para sus nietos
a sus hijos y sus nueras,
aun luchaban por no ver
en sus rostros muestras de penas.
Penas como las que vivisteis
¡maldita realidad!,
cuando estabas en la guerra
o trabajando para ganar
un trozo de tocino, chorizo,
o una pizca de pan,
para quitar aquella hambre
que os ganaba sin luchar.


Pero ya todo esto quedo atrás,
93 años le han separado
desde su hecho natal,
y aunque parezca mentira
nunca podremos olvidar,
sus macetas en la azotea,
sus flores por cortar,
sus habitas sembradas,
sus ajitos por recolectar.

Le recuerdo a sus familiares
que un tesoro no vayan a entregar
al menos que lo retraten
en papel de fotografiar.
Es un mosaico de azulejos,
de otra forma no supo grabar,
son las siglas de sus nombres
un matrimonio ejemplar.

Que a pesar de las guerras
el trabajo y la dificultad,
la pobreza y el sufrimiento,
las enfermedades y la realidad,
nos hacia recordar
aquel telegrama que desde
la guerra quiso enviar,
a su ser más querido,
cual nunca pudo olvidar.
Recordamos aquel piano
que sus espaldas no pudo cargar,
para dárselo a su princesa
y así engalanar.

Nunca encontró clavel
ni flor en el rosal
que al bajar de la azotea
pudiera compensar
el amor de la abuela,
un amor sin igual,
que daba constantemente
a su esposo sin cesar.
Que cuidó de sus hijos,
pues esta es su heredad,
cinco hijos ejemplares
un milagro hecho realidad.

Empezaron muy de joven
sin saber hasta dónde podrían llegar,
si pudieran echar un vistazo,
si se pudieran levantar…
les caerían lágrimas de sus rostros,
llorarían sin cesar,
lagrimas de alegría,
gotas de felicidad,
por ver a su descendencia
y los que quedan aún por llegar.

Cuatro años alejados
de su ser más especial.
Llenos de tristeza,
sufrimientos sin igual.

Es mucho lo que has sufrido
y lo supiste soportar,
aun recuerdo tus palabras,
“a ver si tú puedes llegar”

Debo decirte abuelo mío,
fuiste un abuelo ejemplar,
te llevare siempre en mi interior,
nunca te podre olvidar.

Espero que en el futuro
sea yo quien mire hacia atrás,
y junto a mi esposa e hijos, diga:
“Abuelo,  si pude llegar”.
Rodeado de aquellos que amo
y los que me pudieron enseñar,
que el mayor tesoro de esta vida
no es el dinero, ni plata, ni ná.
El mayor tesoro son aquellos
que en la vida te enseñaron a caminar,
extendiendo sus brazos
para ayudarte a levantar.

La muerte en esta vida
es un simple paso más.
Con esto no quiero crear polémicas,
de lo que detrás de ella vendrá.
Cada uno que piense lo que quiera
que medite y opine de su pensar,
pues ahora soy yo el que escribo
lo que oigo en mi susurrar,
que los cuerpos de mis abuelos
en muros muy fríos están,
mas sus enseñanzas y recuerdos,
de por vida conmigo vivirán.

Pues no creo que esta vida
sea solo para pasar,
pues espero estar con los míos
cuando tenga que cruzar,
las puertas de la muerte,
y dejaros a todos atrás.


Autor: Abel López González.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ánimo y sigue adelante, viendo tus sueños hecho realidad.